PIRATAS DEL CARIBE BARBANEGRA
Este cruel y despiadado pirata se ganó su inmortalidad durante 27 meses en los que extendió sus ataques desde las Indias Occidentales hasta Nueva Inglaterra. Se dice que nació en Bristol, Inglaterra. Su verdadero nombre parece ser que era Edward Teach. De joven se enroló en la marina mercante en busca de aventuras. Las circunstancias históricas hicieron que participara como corsario durante los conflictos de la época.
Llegado un periodo de paz entre las superpotencias europeas el espíritu inquieto de Edward le llevó a servir bajo las órdenes del capitán pirata Benjamin Hornigold, que operaba cerca de las islas Bahamas. Su fuerza, coraje y crueldad no pasaron desapercibidas para su capitán y comenzó a ganarse el respeto de sus compañeros de botín. Hornigold se acogió a un perdón real, y Teach se hizo cargo de las operaciones piratas
Teach rebautizó al “Concorde”, barco capturado a la marina francesa, con el nombre de “Venganza de la Reina Ana”. Era un barco de estilo holandés, rearmado hasta alcanzar el número de 40 cañones. Lo convirtió en su buque insignia y a bordo de él comenzó a labrarse su terrible fama y a ser conocido por su apodo: Barbanegra. A partir de aquél momento su historia está marcada por hechos sangrientos, saqueos y también leyendas. Esta mala fama fue intencionadamente extendida con el fin de conseguir la menor resistencia posible en sus presas, que, al ver ondear la bandera negra con el esqueleto cornudo armado con una lanza y con una copa (enseña personal de Barbanegra) se rendían casi sin resistencia.
Bandera de barbanegra. Su breve, pero sangrienta historia está también llena de leyendas, pero no hay constancia de hasta que punto son ciertas. Si parece probable que gozó del favor de muchas mujeres (se dice que al menos 12) repartidas desde las Antillas hasta Nueva Inglaterra. Incluso se rumoreó que tuvo una mujer e hijo en Inglaterra, pero la verdad, esto nunca se sabrá.De Barbanegra se ha dicho que era la personificación del diablo. Sin duda su aspecto contribuyó a crear esta imagen. Un espeso y largo pelo negro cubría su cara y cabeza. Adornaba su larga barba con lazos de color. Antes de entrar en acción insertaba entre su pelo mechas impregnadas en azufre a las que prendía fuego, creando un terrorífico aspecto, rodeado de humo e iluminando su cara y ojos oscuros. Seis pistolas colgaban de la bandolera que tenía sobre su pecho y la temible espada pirata (llamada “cutlass”) completaba tan impresionante aspecto. No es de extrañar que al verle sus víctimas pensaran que acababa de salir del mismísimo infierno.El 22 de noviembre se produjo el encuentro con el pirata en Ocracoke. Dos navíos británicos se introdujeron en la bahía con la intención de abordar al “Adventure”, el barco de Barbanegra en aquella ocasión. Uno de ellos embarrancó y se vio imposibilitado para maniobrar debido a los arenales, mientras que el “Ranger”, el barco de Maynard, recibía las descargas de artillería provenientes del navío pirata.
Confiado en que la metralla había diezmado a la tripulación del “Ranger” Barbanegra se aprestó para el abordaje. Al saltar a cubierta los piratas fueron recibidos por una nutrida descarga de mosquetes. Maynard, astutamente, había ordenado que los hombres se ocultaran bajo la cubierta con las armas preparadas, listos para abrir fuego cuando los bandidos abordaran el barco.
Se produjo una breve pero sangrienta acción. Los piratas fueron reducidos rápidamente. Se cuenta que Maynard se vio cara a cara con Barbanegra. El teniente británico fue más certero al disparar, alcanzando mortalmente al pirata, que en la confusión del momento recibió más impactos de bala y un elevado número de puñaladas. Su cuerpo quedó tendido en cubierta en medio de un gran charco de sangre.
Maynard ordenó cortar la cabeza de Barbanegra y colgarla del bauprés del “Ranger”. Con tan macabro trofeo emprendió el camino de regreso a cobrar una bien ganada recompensa. A partir de aquel momento comenzó a extenderse la leyenda de aquel pirata llamado Edward Teach, más conocido como Barbanegra.
Resumen de articulo publicado en alabarda.
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